EDITORIAL

Este testimonio obedece a la necesidad de mostrar hechos no oficiales, que le ocurrieron a miles de Chilenos, que ahora ya no están con mosotros, que también sufrieron los horrores del Estadio Chile y Estadio Nacional.

Queremos poner en palabras, nuestra vivencia como prisionero político, durante la dictadura militar.

Dejar nuestro testimonio en la historia de nuestro país.

Porque nosotros somos sobrevivientes de un momento histórico, único e irrepetible, es por este motivo, queremos que estos testimonios, que no son los oficiales, trasciendan y no se pierdan, queremos dejar en palabras, nuestras propias vivencias vivencias de ese momento que nos tocó vivir durante el golpe militar del 11 de Septiembre de 1973.

Para de esta forma producir la catarsis definitiva, la sanación de nuestro espíritu y de esta cerrar este negro capítulo en nuestras vidas, dejar un testimonio escrito de nuestro paso por el infierno.

Dejarlo escrito......para nunca olvidarlo.

En este blog, queremos mostrar, una especie de sumario de lo que aconteció inmediatamente después del golpe militar y las consecuencias que tuvo para muchos chilenos que de un día para otro les cambió la vida.....o la muerte.
Hemos tratado de darle el tratamiento de crónica, de lo que aconteció, intentando ser lo más objetivo posible, algunas veces no lo hemos conseguido cuando la humanidad que encierra el relato es más fuerte que la objetividad del hecho, como en el caso de Luis Alberto Corvalán.
Así como este caso, de humanidad también hay otros como el del Mayor Sergio Acuña Jahn, estimado y respetado por los prisioneros, porque siempre tuvo un trato respetuoso y actitudes humanitarias. Curiosamente era un hombre muy educado, culto y con un extraordinario sentido del humor.
Aceptamos este desafío, de exponer nuestras vidas, por los compañeros y amigos que murieron en manos de la barbarie y la sin razón, para que no queden sin rostro ni sin nombre.
Para que se sepa que se sepa que existieron, que fueron idealistas y consecuentes, que amaron a sus familias y a su patria.
Por esos compañeros y amigos que no tuvieron la suerte de sobrevivir que tuvimos nosotros.

Gregorio.

lunes, 19 de julio de 2010

EL VELÓDROMO (EL CARACOL)

Es el lugar donde se aplicó la tortura más refinada, bajo la 
tutela de los maestros brasileños quienes vinieron a instruir 
a los aventajados alumnos que tenían en el ejército y en la 
fuerza aérea.
Aquí se aplicó corriente (el catre), el pao de arara (palo del loro),exquisitez importada por los maestros brasileños, que 
consiste en colgar desnudo a los prisioneros de los pies y 
luego aplicar corriente en los genitales, ano, boca y cabeza, 
además de los tradicionales quemaduras por encendedores, 
golpes con laque y bastones, los prisioneros permanecían 
vendados esperando el turno de ser interrogados, sentados 
en las graderías del velódromo.
El interrogatorio consistía (permaneciendo vendado) en golpes, corriente,patadas, bastonazos, insultos, durante un tiempo 
prolongado de tiempo sin preguntar ni siquiera el nombre. 
A este proceso se le llamaba ablandamiento.
En este lugar habían médicos que supervisaban la tortura 
para lograr mayor rendimiento y eficacia en los interrogatorios.
En este lugar fue torturado por varios días consecutivos 
el hijo de Luis Corvalán (Secretario General del Partido 
Comunista de Chile).
Luis Alberto Corvalán, el primer día pasó caminando por
la pista de ceniza al interrogatorio y todos los prisioneros 
del Estadio Nacional lo vimos pasar, algunos le levantaban
la mano en señal de ánimo y fuerza, el respondía de la 
misma forma, dando ánimo y fuerza a todos.
Era muy querido y respetado a pesar de su corta edad.
En la tarde de ese mismo día, todos lo vimos pasar de nuevo,
el Estadio enmudeció, lo traían sus compañeros en una 
frazada a modo de camilla improvisada, el silencio era 
sepulcral.
Al segundo día volvió a pasar caminando apoyado por dos
de sus compañeros,quienes lo sujetaban, uno por cada 
lado.
Su dignidad y compromiso lo hacían caminar.
Todos en el Estadio nos pusimos de pie, lo aplaudimos 
y lloramos…
Fue un llanto que nos hacía falta, de rabia contenida, de 
impotencia, de pena y ese llanto se fue transformando en 
silencio.
Ensimismados en nuestras propias incertidumbres y miedos, 
nos fuimos quedando mudos durante ese día.
En la tarde volvió a pasar de vuelta del interrogatorio 
transportado por sus compañeros en una frazada a modo
de camilla improvisada. Nuevamente el Estadio 
de puso de pie lo vimos pasar, pero solo lloramos.
Así nos fuimos a dormir ese día con otra pena más que 
compartir.
Luis Alberto Corvalán, murió a poco de haber llegado al 
exilio producto delas torturas recibidas en el Estadio Nacional.

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